martes, 15 de diciembre de 2015

Yo sólo sé que no sé nada

Bastaría con una simple cuestión para hacer temblar los cimientos de nuestras creencias. Una pregunta bien formulada tiene capacidad suficiente como para hacernos dudar de algo que aparentamos saber. De tal afirmación se puede extraer que nunca sabemos enteramente lo que decimos al emplear las grandes palabras. Sócrates apoyó este principio de un modo práctico. Acusado de disgregar a la población, era capaz de crear hesito allí donde no lo había, mediante los vocablos adecuados y un simple interrogante. De esta disposición a la duda nació el “yo sólo sé que no sé nada”. Un breve estudio de este conocido enunciado puede llevar a una dicotómica significación del saber. Por un lado, encontraríamos a la que Sócrates, presuntamente, se refiere: el saber concebido como conocimiento. Empero dicho está que en este ámbito no podemos conocer con absoluta certeza. El otro posible concepto ni siquiera tiene una presencia implícita. Sin embargo, se va formando al tiempo que progresa el análisis de la frase citada. Y es que su autor nos invita a entender el saber cómo la reflexión. El mecanismo mediante el cual aprendemos a interpretar nuestro "propio mundo", alejados de preceptos sociales o culturales. Un mecanismo que induce a descubrirse a uno mismo como individuo. 

Ser conocedor de la propia ignorancia afecta a las interacciones con el resto de la sociedad. Cuando uno descubre que en realidad no sabe nada, difícilmente podrá mantener una conversación sin sentirse irónico. El ser consciente de que cada afirmación que haga puede ser hundida por una simple cuestión le obligará a hablar más allá de su sinceridad. No podrá discutir sobre el grado de justicia de un hecho, pues será conocedor de la relatividad del asentimiento final o conclusión. No existe justicia absoluta, entera o incondicional. Sólo hay justicia relativa. Sólo hay un punto de vista mejor argumentado que otro. Si algo se puede discutir, es que no existe un resultado definitivo que se decante a favor de un punto de vista u otro con absoluta certeza. Toda sentencia que se pueda hacer será relativa. Únicamente aquello que es verdaderamente absoluto no puede ser debatido


1 comentario:

  1. Me ha encantado. Hacía tiempo que no leía nada filosófico, pero al ver esa frase me he tenido que detener y prestar atención. Hace mucho tiempo la puse en mi primera novela, y un amigo que estudiaba filología me dijo que me había equivocado, y que la decía Descartes.. Que recuerdos, jeje y gran artículo ; )

    ResponderEliminar